lunes, 30 de abril de 2012

Reflexión literatura folclórica.


Personalmente, este tema sobre la literatura folclórica me ha gustado mucho, puesto que ya nos hemos adentrado algo más en la literatura infantil. Respecto a los orígenes de la literatura folclórica, me hubiera encantado saber cómo fueron surgiendo, qué ocurriría para que de pronto existiera ese cuento o esa cancioncilla que tanto nos gusta.

Lo que más me ha llamado la atención es saber que todos estos cuentos populares que de siempre se le han contado al niño, en sus orígenes no fueron infantiles, y que con el paso del tiempo, y gracias a los adaptadores, se han modificado para los más pequeños.


Como futura maestra pienso que nosotros, los profesores, nos debemos encargar de que no se pierdan, y que se sigan utilizando estos cuentos folclóricos. Deberíamos enseñarles juegos y canciones populares, que con el paso de los años que están olvidando y dejando de usar, como los juegos de palmas, o de rimas. Por todo ello, nosotros debemos ser, quienes se las enseñemos y las pongamos en práctica en el aula, para que cuando salgan de ella, sean ellos quienes se las puedan enseñar  a las demás personas, y de esta forma, seguir transmitiendo estos cuentos y estas canciones.

A la hora de adaptarlos para los niños, pienso que en vez buscar un libro que esté adaptado para ellos, buscaré la versión que no esté adaptada, es decir, que sea para adultos, y a partir de ahí, ser yo quien lo adapte conforme a las características y necesidades de mis alumnos, para que sea lo más apropiado y cercano para ellos. He llegado a esta conclusión, porque al hacer la actividad de este tema, la adaptación del cuento de los hermanos Grimm “Toda clase de pieles”, me ha encantado, y me lo he pasado genial imaginándome esos lugares tan lejanos, y pensar que en un futuro, unos niños lo podrán escuchar, estando todos juntitos y expectantes a lo que ocurrirá.

domingo, 29 de abril de 2012

Actividad - Lectura de un cuento


En la tercera actividad de esta asignatura, nos dividimos por grupos de tres, teniendo cada uno un papel diferente.

En mi caso, me tocó hacer la lectura de un libro.

Estuve buscando bastantes libros, especialmente de la editorial Kókinos, puesto que es la que más me gusta. Cogí tres de la biblioteca para mirármelos mejor en mi casa y ver cuál me llevaba a clase. Entre “Me gusta”, “La luna” y “Encender la noche”, me quedé con el último.

Mi lectura la he hecho para niños de 4 ó 5 años, ya que el libro para niños más pequeños a lo mejor es bastante largo, y además en estas edades se puede trabajar con este libro el tema de los miedos, en especial, el de la oscuridad.

Elegí el libro de “Encender la Noche” de la editorial Kókinos. Me gustó mucho este libro por el tema de cómo trata el miedo a la oscuridad, y pensé que a la hora de leerlo, podía poner más énfasis en algunos aspectos que veía en el texto, o incluso en algún párrafo como:

“¡De pronto escuchó
un golpe en la ventana!
Había una sombrea en la puerta.
¡Una sombra!
Un ruido en la entrada.
¡Una sombra!”

Durante el fin de semana me lo leí bastantes veces, para poder hacerlo lo mejor posible en clase. Primero me lo leí para mí, pensando y analizando dónde era conveniente que me pausara más, o dónde tenía que poner más énfasis, en qué palabras, etc. Después, me lo leí en voz alta para poner en práctica lo anterior; y por último, se lo leí a mis padres y a mi novio para que me dijeran lo que les había parecido. (Su respuesta fue que genial, ¿Qué van a decir?)

En mi primer trío, estuve con mis compañeras Elena y Paloma. Al principio estaba un poco cortada, por ver cómo lo hacía, puesto que no es igual a mis padres o a mi novio que a ellas, aunque tenga confianza, pero no es lo mismo.

Al comenzar a leer, respiré profundo y me tranquilicé todo lo que pude, aunque es cierto que no estaba del todo relajada y tranquila. Mis compañeras me comentaron que lo había hecho bien, pero que quizás había ido algo rápido, cosa de la que me di cuenta. Anoté que lo tenía que modificar porque también, termine de leer el libro casi sin aliento, así que también tenía que mejorar las pausas y la respiración para que no me volviera a ocurrir.

Había alunas partes del libro en la que se repetían muchas palabras iguales y pensé que si lo hacía a una velocidad algo lenta, podría resultar un poco largo, por lo que en algún momento aumenté la velocidad de la lectura levemente para darle más emoción, como por ejemplo:



“Le gustaban las linternas
y las lámparas
y las antorchas y las farolas
y los faros y los resplandores
y las velas y los rayos
y los relámpagos.”


“Las luces de la entrada,
las luces del vestíbulo,
las luces de la despensa,
las pálidas luces,
las rosadas luces,
las luces del salón,
las luces de la cocina,
¡Hasta las luces del desván!”



Al cambiar de grupo, y volverlo a hacer, ya no estaba tan nerviosa, puesto que todos estábamos pasando por lo mismo y llevamos dos años juntos, así que esta vez me salió mejor porque estuve atenta a la velocidad de la voz. Mis compañeras me recomendaron en esta ocasión que mirara más a los ojos, lo cual me propuse para la siguiente vez.

Ya le fui cogiendo el gustillo a leer el cuento, la siguiente vez, simplemente me dijeron que les había gustado mucho el libro, que no lo conocían y que respecto a mi forma de leerlo las había encantado la entonación mientras que lo leía porque las hacía estar pendientes de lo que ocurriría e intrigadas de lo que iba a suceder a continuación, sobretodo al aparecer Oscuridad en casa del niño.

Igualmente, la última vez que lo leí, al estar ya cada uno desperdigado por la clase, fue a más de dos compañeros, y me sentía tan agusto, no tuve ningún problema, sino todo lo contrario, y tampoco me comentaron ningún error, ya que dentro de mí, intentaba estar atenta de los errores cometidos anteriormente, y el de mirar, al haberlo leído tanto, muchas palabras o incluso frases ya me las sabía, y me era más fácil leer el libro sin tener que mirar tanto.

Literatura folclórica (parte 2)



·        Bruno Bettelheim:

Cuando el niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de sus dificultades, en virtud de que el tema de los cuentos le permiten trabajar con los conflictos de su fuero interno. El psicoanalista Bruno Bettelheim ha manifestado que en el campo de la literatura infantil no existe otra cosa más enriquecedora que los viejos cuentos populares, no sólo por su forma literaria y su belleza estética, sino también porque son comprensibles para el niño, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir. Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, afirma que: “A través de los siglos (si no milenios), al ser repetidos una y otra vez, los cuentos se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos; han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la mente no educada del niño, así como la del adulto sofisticado. Aplicando el modelo psicoanalítico de personalidad humana, los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo, mientras que, al mismo tiempo, liberan al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones. A medida que las historias se van descifrando, dan crédito consciente y cuerpo a las pulsiones del ello y muestran los distintos modos de satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del yo y del super-yo”.

Conforme a lo señalado por Bettelheim, no cabe duda de que casi todos los cuentos que provienen de la tradición oral abordan el mismo tema: la sublimación de los conflictos emocionales y los problemas existenciales que aquejan a los niños. No es extraño que las niñas, que son víctimas de abusos sexuales, asocien a sus violadores con los personajes “malditos” de los cuentos populares, cuyos protagonistas (lobos, ogros, gnomos, brujas y otros) se tornan en individuos del mundo real.

·       Propp:


Vladimir Propp, fue un erudito ruso que dedicó una parte de sus estudios al análisis de los cuentos tradicionales. Leyó y comparó muchos de ellos y el resultado fue un libro, Morfología del cuento, en el que explicó las características comunes a todos ellos, siendo el primer libro escrito sobre cuentos folclóricos. Hace una recopilación de los cuentos y al encontrar tantos, se ve en la necesidad de hace una clasificación para poder analizarlos.

Veamos cuáles son algunas de sus características:

1.    Los personajes de los cuentos realizan acciones parecidas: salir de casa, superar pruebas..., y son esquemáticos:

-       Agresor (malvado): bruja, madrastra, ogro, dragón...
-       Donante (personaje mágico)): el hada, el duende...
-       Los héroes: el príncipe, la princesa...

2.    Predilección por los números 3 y 7: tres hijas, tres cerditos...

3.    Se repiten estas acciones:
-       Prohibición- desobediencia (Caperucita).
-       Interrogación - información (espejito, espejito...).
-       Combate – victoria.
-       Persecución – socorro.

4.    Abundan las repeticiones y las escenas simétricas: (el soplido del lobo en el cuento de los cerditos).

Su estructuración es en secuencias. Las más características son:

1.    La situación inicial: Empiezan los cuentos con los indicadores de tiempo y lugar. (Érase una vez, había...)

2.    Las pruebas: El personaje principal deber superar una serie de obstáculos. En este bloque entran en juego las preguntas.

3.    Las ayudas: El personaje principal recibe la ayuda real o mágica de otros personajes. Con ellas consigue superar las pruebas.

4.    El desenlace: El protagonista logra su objetivo. El final siempre es cerrado y feliz. Normalmente se produce un cambio de "status", es decir, de categoría social (el mendigo se convierte en rico, la criada en señora...).

Tuvo que hacer una clasificación de todos los cuentos, por lo que los clasificó en mitos, cuentos de animales, cuentos de fórmula, y cuentos maravillosos.

Los cuentos de fórmula, son aquellos en los que te tienes que aprender todo el cuento o al menos la mitad de memoria. Son cuentos para reírse con los más pequeños ya que tiene una estructura repetitiva, es decir, tiene una fórmula que siempre se repite y es fácil de recordar, por ejemplo el cuento del Gallo kiriko, o Los Cinco lobitos.

Existen tres tipos de cuentos de fórmula: cuentos mínimos, cuentos de nunca acabar y cuentos acumulativos.

Por último, en los cuentos de hadas o los cuentos maravillosos,  los protagonistas son personajes mágicos (hadas, brujas, ogros, gnomos, etc.) El lobo de “Caperucita” y “El Gato con botas” también les consideramos de este maravilloso mundo ya que en los cuentos hablan e interactúan con los demás personajes.

·       Ana Pelegrín:

Ofrece una clasificación que pretende ser una completa guía del Cancionero Infantil, partiendo de una idea muy concreta: recoger todo lo que el niño, total o parcialmente, usa, sin considerar si ello es de tradición infantil o no. Lo que interesa, en su caso, es ofrecer, exhaustivamente, una guía de trabajo para el «Aula de Poesía», lo que ella misma llama «Aula, taller de poesía», en la que, a partir de la comunicación oral del cancionero infantil se trabajará no sólo el juego, el ritmo o las elementales estructuras de esas canciones, sino que también se compondrá el «Libro del folclore infantil» y se darán muchos más pasos hasta llegar, incluso, a la recreación poética del lenguaje del niño, analizándolo y comentándolo igualmente. En este sentido, el trabajo de Ana Pelegrín es sumamente útil.

1. Cuentos de fórmula (de dos a cinco años): Lo importante en estos cuentos es  lo que se cuenta en ellos.

- Cuentos de mínimos. Comienzan con una frase en la que se enuncian el personaje y la acción, cerrándose en otra frase conclusiva.

- Cuentos de nunca acabar. Comienzan informándonos de algo y concluyen con una pregunta, esta pregunta da pie a seguir el cuento con el esquema inicial.

- Cuentos acumulativos. Vinculado a las estructuras líricas y pueden servir para jugar y desde luego como estímulo memorístico.

2. Cuentos de animales (de cuatro a siete años): En estos cuentos se les da vida a los animales y cada uno de ellos tipifica un rasgo de personalidad (inocencia, maldad, astucia,...).

- Animales salvajes con o sin humanos (Por ejemplo: “Los tres osos”).

- Animales salvajes y domésticos (Por ejemplo: “La Caperucita roja”, “Los tres cerditos”).

- Animales domésticos (Por ejemplo: “La ratita presumida”, “El patito feo”).

- Pájaros, peces y otros animales (Por ejemplo: “Por qué el pino, el abeto y el enebro conservan sus hojas en invierno”).

3. Cuentos maravillosos (de cinco a siete años): La estructura interna de estos cuentos es más compleja y los personajes están claramente diferenciados: el príncipe, el rey, la princesa,...

- Cuentos mágicos (Por ejemplo: “El flautista de Hamelín”, “La princesa y el guisante”).

- Adversarios sobrenaturales (Por ejemplo: “Blancanieves”).

- Esposo o esposa encantados (Por  ejemplo: “La bella durmiente del bosque”, “La bella y la bestia”).

- Tareas sobrehumanas (Por ejemplo: “La casita de chocolate”, “Alibabá y los cuarenta ladrones”).

- Protectores y ayudantes (Por ejemplo: “La Cenicienta”, “El gato con botas”).

- Obreros mágicos (Por ejemplo: “Pulgarcito”, “Aladino y la lámpara maravillosa”).

Escribe un libro titulado La aventura de oír”.  Es una obra fundamental para la divulgación y transmisión en el aula del cuento infantil tradicional. Memoria oral y escritura, tradición y recreación, vivencias con contadores de cuentos, propuestas para la expresión oral en talleres y en el aula, una antología de cuentos y una bibliografía actualizada de las investigaciones sobre cuentos tradicionales conforman el libro de Ana Pelegrín.

«La aventura de oír» invita a la búsqueda y a la recuperación de la palabra, afincada, por esta vez, en el cuento de tradición oral. Palabra, memoria, imaginación, emoción, van y vienen a través de las páginas, en un nítido empeño de implicar al lector en su propia experiencia, de abrir interrogantes, de reclamar su participación.

·        Gianni Rodari (siglo XX, Italia).

Fue un gran inventor de cuentos y pedagogo. Rodari se recorría todos los centros de Educación Infantil y Primaria favoreciendo la fantasía de los niños utilizando este tipo de cuentos. Cuando contaba los cuentos cambiaba el final, los personajes, mezclaba los cuentos, etc. Al igual que Propp, Rodari también hizo su propia clasificación de cuentos folclóricos. Este separó los cuentos según los objetivos que quería trabajar con los niños y esto hace cambiar los roles de los personajes como en el “Lobito de Caperucito” en el que pone al personaje malo como bueno y al personaje bueno como malo (este cuento está basado en la técnica de Rodari). Su división consiste en tres bloques: 

-       Cuentos de animales (salvajes, domésticos,…) 
-       Cuentos mágicos: abarca los mitos y los cuentos de hadas de Propp, en donde vemos personajes divinos, héroes o dioses que se relacionan con personajes reales.
-       Cuentos de bromas y anécdotas: Lo que diferencia a Rodari de Propp, son los objetivos para realizar su clasificación.

·        Sara Cone Bryant:

Ella es la primera cuentacuentos que uso diferentes cuentos. Al igual que Rodari, se paseaba por los colegios dando charlas. Su libro más conocido es “El arte de contarcuentos”.

Cuenta que lo importante a la hora de contar un cuento en el aula es conocer bien a los niños y saber lo que les interesa. Sara C. Bryant también hizo una clasificación de cuentos, pero esta vez se clasificaba según edades, siendo siempre periodos alternativos. Habla entonces de:

-       Cuentos de 3 a 5 años.

-       Cuentos de 5 a 7 años. 

Cuentos para mayores. En general los cuentos son fantásticos (no todos), tienen un vocabulario y una trama aparentemente sencilla, la simbología es lo que los complica. Sabemos que parten de la realidad cultural de la zona. Todo lo que se expresa en un cuento folclórico son deseos, miedos, sueños, etc., de la gente. Además pueden ser paraliterarios.

Después de estos estupendos folclóricos vamos a hablar de uno de los mejores adaptadores de textos folclóricos.

·        Significado de los cuentos:

Si bien existen libros pedagógicos que ayudan a desarrollar las funciones cognoscitivas del niño, existen también libros que ayudan a superar los traumas psicológicos por medio de la ficción y el lenguaje simbólico, que representa cosas que no están al alcance del entendimiento humano. Ya Carl G. Jung, en “El hombre y sus símbolos”, dice: “usamos constantemente términos simbólicos para representar conceptos que no podemos definir o comprender del todo. Esta es una de las razones por las cuales todas las religiones emplean lenguaje simbólico o imágenes. Pero esta utilización consciente de los símbolos es sólo un aspecto de un hecho psicológico de gran importancia: el hombre también produce símbolos inconscientes y espontáneamente en forma de sueños”.

La tesis de Bettelheim parte de la base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño; por ejemplo, el fracaso del egocentrismo, la soledad y falta de afecto, la satisfacción del deseo (casa de chocolate) y el triunfo sobre el peligro (la bruja) está simbolizado en el cuento “Hansel y Gretel”; el complejo de Edipo en “Blancanieves”; la pubertad en “Caperucita roja”; la rivalidad entre hermanos en “La Cenicienta”; el temor sexual en “La Bella y la Bestia” y el incesto en “Piel de asno”, un tema tabú del que todos saben algo, pero del que pocos se atreven a hablar. El rey y la reina simbolizan a los padres, la flor al desarrollo sexual y la casa a la seguridad y armonía en el hogar. El árbol simboliza la vida, el crecimiento o la maduración física y psíquica del individuo. Así como el perro simboliza la fidelidad, las aves simbolizan la libertad y la ayuda; esto ocurre en el cuento de “La Cenicienta”, cuando su madrastra echa ante ella un montón de guisantes buenos y malos y le dice que los separe. Aunque parece una tarea imposible, Cenicienta comienza, pacientemente, a separarlos y, de pronto, las palomas (los ratones, según otras versiones) acuden a ayudarla. Asimismo, la rama que Cenicienta planta en la tumba de su madre, se convierte en un árbol, en cuyas ramas vive un pájaro que, cada vez que Cenicienta llora, le concede sus deseos; por lo tanto, el árbol y el pájaro simbolizan el espíritu o la reencarnación de la madre de Cenicienta.

Todos los cuentos representan cosas, detrás de ellos existe una historia que no se ve a simple vista. Para explicarlo mejor tomaré el ejemplo de los “tres cerditos” de los Hermanos Grimm, el cual trata el tema de los tres hermanos que se emancipan:

El más pequeño construye la casa de paja, por lo que se vuela al soplar el lobo, y se va a la casa del mediano, fabricada con madera, la cual también se rompe al soplar el lobo. Por último, huyen los dos a la casa del hermano mayor, hecha con ladrillos.

La enseñanza implícita de este cuento es que sus mayores siempre les van a cuidar y a proteger.

El papel de cada lobo también refleja muy bien la personalidad de cada edad, aunque los niños no se identifiquen con los personajes de los cuentos folclóricos.

El hermano pequeño representa la infancia. Sólo le interesa pasárselo bien, divertirse; pero al ser un niño no es consciente del peligro que tiene la vida, representando la casa su hogar, su seguridad. Piensa que con poco que haga podrá liberarse de los golpes de la vida.

El lobo mediano representa la adolescencia, es más consciente, pero todavía deja tiempo para lo lúdico. Su mentalidad juvenil es casi adulta pero aún está muy influenciada por la actividad lúdica.

Por último, el hermano mayor es representado con la edad adulta, esperando un poco va a tener su casa sólida para el resto de su vida y le va a proteger a él y a los demás de todos los golpes de la vida.

Se ve que los dos primeros se emancipan demasiado pronto porque todavía no están preparados para vivir solos.

·        Cenicienta:

Para comprender el simbolismo de los cuentos de hadas tomaremos como ejemplo La Cenicienta en la versión de los hermanos Grimm. Este cuento inicia con la muerte de su madre y la llegada de la madrastra y sus hermanastras, quienes la degradan obligándola a trabajar y servirlas.

La niña o el niño que escucha Cenicienta puede sentirse inmediatamente identificado con su situación. Él también se ha sentido relegado y rechazado por mamá y papá. Con la llegada de la etapa escolar puede sentir que sus padres han cambiado: de ser totalmente complacientes, ahora han comenzado a ponerle límites, imponerle demandas y expectativas. A sus ojos estas demandas son abusivas e injustas y comienza a sospechar que él ha hecho algo mal para merecer este trato.

El que Cenicienta duerma junto al hogar, entre las cenizas, simboliza dos cosas. Por un lado, el hogar representa: el deseo de regresar a la madre buena de la infancia y, por otro, las cenizas (de donde obtiene su nombre) simbolizan la suciedad y la bajeza, dos cosas que una o un niño siente que merece.

¿Por qué habrá de sentirse sucio y degradado? Durante la etapa de entre 3 y 5 años el niño atraviesa por la etapa edípica en donde se enamora del padre del sexo opuesto y desea, inconscientemente, eliminar al progenitor de su propio sexo. La niña desea ser la única ante los ojos de su padre y sabiendo que su madre es un obstáculo desearía “matarla”. Estos deseos inconscientes producen culpa y de ahí la sensación de sentirse merecedora de la misma degradación que vive Cenicienta.

El hecho de sentirse indigno del amor de sus padres, en un momento en donde el deseo de sentirse amado es muy fuerte, lo lleva a sentir rechazo, aún cuando en realidad no exista tal rechazo.

Durante el desarrollo normal, la niña se da cuenta que su padre no la elegirá como pareja sentimental pues prefiere a su madre, en el cuento simbolizado por la llegada de la madrastra. Cenicienta se siente totalmente abandonada, pues ya no tiene el amor de su padre ni el de su madre, así que se refugia en el recuerdo idealizado de su madre buena.

En la versión de los hermanos Grimm, Cenicienta visita frecuentemente la tumba de su madre, ahí crece un árbol que ella misma sembró, regado por sus lágrimas y en donde vive un pájaro blanco que tiene el don de cumplir sus deseos.

Los árboles, los animales y la naturaleza representan aspectos ancestrales del ser humano, es decir, su sabiduría intuitiva. En el proceso de crecimiento necesitamos aprender a escuchar nuestra propia intuición; volvernos ajenos al mundo externo por un tiempo para conectar con nuestra esencia. Por ello, es que tantos héroes y heroínas en los cuentos de hadas se refugian por un tiempo en la naturaleza. Ahí descubren a los animales y seres mágicos que les brindarán ayuda y recuperan su fortaleza interna.

Cuando llega la invitación para asistir al baile del príncipe, Cenicienta se siente confiada de pedir a su madrastra permiso para asistir. En esta versión del cuento, la madrastra le dice que podrá ir siempre y cuando realice dos veces una tarea casi imposible: sacar de entre las cenizas de la hoguera un plato de lentejas regadas, dividiendo las buenas de las malas, en menos de dos horas. Cenicienta logra cumplir la hazaña en dos ocasiones con la ayuda de los pájaros del bosque.

Sin embargo, la madrastra no cumple su promesa y no la deja ir al baile, puesto que no tiene ropa adecuada. En cuanto se han ido todas al baile, Cenicienta corre a la tumba de su madre y le pide al pájaro blanco del árbol que le dé un vestido y unas zapatillas. Así vestida, aparece en el baile del príncipe y él queda deslumbrado por su belleza.

En esta versión, a diferencia de la de Perrault en donde es un hada madrina la que aparece mágicamente para dotarla de un vestido, Cenicienta es un personaje con iniciativa propia. Ella decide encontrar la forma para asistir al baile. El hecho de regresar a la tumba de su madre para obtener la ayuda “simboliza que la memoria de la madre idealizada de la infancia, cuando es mantenida como una parte viva e importante en la experiencia interna de una persona, puede apoyarnos aún en las peores adversidades”.

Durante el primer año de vida de una niña o un niño si éste tuvo una experiencia buena de maternidad, desarrollará un sentido de confianza básica ante la vida que lo ayudará a enfrentar los obstáculos de la vida. Esta confianza básica es la que se expresa de manera simbólica a través del árbol y el pájaro blanco. Gracias a estas experiencias positivas, Cenicienta tiene la suficiente iniciativa para salir adelante utilizando sus propios recursos.

El baile dura tres noches. En cada ocasión, aparece Cenicienta vestida con los mejores trajes y las tres noches el príncipe no puede quitarle los ojos de encima. Cada noche le pide acompañarla a su casa, pero ella logra escapar. Cuando regresa su familia a casa la encuentran vestida como siempre sentada junto al hogar.

La última noche, sin embargo, el príncipe decide tenderle una trampa. Cubre las escaleras del palacio con brea para que su zapatilla quede pegada y él pueda reconocerla con eso.

Aquí surge otra diferencia con la versión de Perrault. En esa versión, el príncipe manda a un lacayo a buscar la dueña de la zapatilla, pero en la versión de los hermanos Grimm es el mismo príncipe quien busca a la doncella. Esto resulta significativo porque el príncipe ve a Cenicienta tal cual es, sin sus vestidos elegantes y la elige por sus cualidades internas y no por su apariencia externa. El amor verdadero sólo podrá existir cuando la pareja acepta al otro en su esencia más profunda.

Al llegar a la casa de Cenicienta, las primeras en probarse el zapato son las hermanastras. A la primera hermanastra, la zapatilla no le queda pues su dedo gordo era demasiado grande. La madrastra le pasa un cuchillo y le dice: “Córtate el dedo, al fin que cuando seas reina no tendrás que caminar”. La hermanastra lo hace y logra meter su pie en la zapatilla. El príncipe no se da cuenta y se la lleva en su caballo hacia el palacio.

En el camino, sin embargo, los pájaros del bosque cantan advirtiéndole que esa no es la novia correcta pues tiene sangre en el zapato. El príncipe se da cuenta y regresa a la casa. Esta vez es la segunda hermanastra la que se prueba la zapatilla y para que pueda quedarle su madre le ordena que se corte el talón. El príncipe, por segunda vez, no se da cuenta y los pájaros del bosque le advierten de la sangre en el zapato.

Las hermanastras no se detienen con nada ante la posibilidad de casarse con el príncipe. Mutilar una parte de sí mismas representa la capacidad de las hermanas de cortar una parte de su ser con tal de conseguir el amor del príncipe. Pero el cuento nos indica que esa no es la forma de acceder al amor de pareja. Únicamente a través de la aceptación de uno mismo es que podremos tener el amor del otro.

El príncipe, finalmente, regresa a la casa preguntando por la otra hija. A regañadientes, la madrastra manda llamar a Cenicienta quien llega vestida como sirvienta. Esto simboliza que Cenicienta desea que el príncipe conozca su verdadero ser y que la ame por eso y no por una apariencia.

La zapatilla, que tiene una connotación sexual, le queda perfectamente bien a Cenicienta. A diferencia de sus hermanas que activamente buscaron la forma de quedarse con el príncipe, Cenicienta espera pacientemente a que él venga por ella. De tal forma expresa una sexualidad femenina, pasiva y receptiva, en lugar de agresiva como las hermanastras. Sin embargo, el hecho de que ella misma se mida el zapato simboliza su deseo de participar en el acto sexual. También tendrá iniciativa propia aunque desde su feminidad.
En ese momento, Cenicienta está aceptando su propia sexualidad y feminidad. El hecho de que ella saque su pie del zapato de madera para medirse la zapatilla simboliza el tránsito hacia la madurez. Finalmente, ha logrado aceptar su sexualidad como una parte de sí misma y como algo que, en lugar de hacerla sentir culpable y sucia, la hace bella, deseable y femenina.

Así como las niñas adolescentes buscan ocultar su cuerpo cuando éste empieza a cambiar, Cenicienta se había mantenido oculta bajo los vestidos viejos y los zapatos de madera. Si bien una parte de ella deseaba vivir su sexualidad, representado por el hecho de que hace todo por ir al baile, otra parte de ella continúa siendo temerosa. Como en cualquier proceso normal de desarrollo, Cenicienta avanza y retrocede: va al baile pero termina siempre huyendo del príncipe.

El cuento termina con el matrimonio de Cenicienta y el príncipe, pero como en todos los cuentos de hadas hay un castigo para los personajes malvados. En el camino a la ceremonia, las hermanastras son atacadas por unos pájaros que les sacan los ojos, “y así fueron condenadas a estar ciegas por el resto de sus días a causa de su maldad y falsedad”.

·       A la hora de adaptarlos:

Al contar un cuento podemos contarlo como nos lo han contado a nosotros, pero haciendo cambios no intencionados, por lo que ya sería nuestra propia versión; o podemos hacer una adaptación de la historia que hemos escuchado nosotros, haciendo cambios intencionados por algún motivo especial.

Al hacer una adaptación, debemos respetar los aspectos básicos del cuento como son:

-       El rol de los personajes: cenicienta, alguien de la clase baja de la sociedad quiere casarse con el príncipe. La ratita presumida se encuentra una moneda y se compra un lazo para ponérselo en la cola, se pasea para que lo demás ratoncitos la vean, casándose con el primero que la dice un piropo, pero termina este cuento con tres finales diferentes:

1.    La ratita se casa con el ratón desde el principio.
2.    La ratita se casa con el gato, y éste se la come
3.    El ratón ve que al casarse la ratita con el gato, éste se la va a comer, por lo que se dedica a observarlos y cuando se la va a comer, entra en la casa para matarle, y de este modo se casan el ratón con la ratoncita.

-       Las pruebas por las que pasa el personaje: no debemos cambiarlas. Los personajes pueden cambiar de animal a persona o viceversa, pero deben simbolizar lo mismo, por ejemplo los personajes mágicos, que te dan fuerza y te ayudan a superar los momentos difíciles.

Los protagonistas se deben enfrentar a pruebas y a personajes malos para poderse dar cuenta de sus errores, porque incluso de las cosas malas se pueden sacar cosas buenas y de este modo, ellos aprenden, y sacan algo bueno de sus miedos gracias a esos personajes malvados, que les ayudan a madurar y muchas veces con el tiempo traen la felicidad.

En la prosa, a lo largo de los años, ha habido muchos adaptadores que han tenido gran repercusión social. Por un lado, los más importantes fuera de España han sido: Perrault, los hermanos Grimm, y Hans Christian Andersen; mientras que los mejores en España fueron Saturnino Calleja, el Padre Coloma, y Ferrán Caballero.


·        Charles Perrault (Siglo XVIII, Francia).

Es el más antiguo en la historia del folclore. Existen versiones muy antiguas que se comenzaron a recoger en el siglo XV, pero no fue hasta el siglo XVI cuando comenzaron a recopilarse los romances.

En la prosa, a los cuentos folclóricos no se les dio importancia, se les consideraba poca cosa, hasta el siglo SVIII, con el reinado del Rey Sol (Luis XIV). Le encantaba que a la tarde-noche, hubiera actuaciones para entretenerle con representaciones de obras de teatro, conciertos, malabares, etc., pero lo que más le gustaba era escuchar cuentos, por lo que la corte se dedicó a recopilar historial del pueblo para contárselas al rey, siendo su preferido el de “Las mil y una noches”.

Perrault era uno de los que entretenían contando historias a el Rey del Sol, se sabía las historias de habérselas escuchado a la nodriza de sus hijos, y también otras muchas que él había leído. De esta manera Perrault moralizaba a la corte, ya que él era muy religioso y tenía la obligación de educarles en lo correcto. Por lo tanto, podemos afirmar que Perrault no era autor sino adaptador siempre con una función moralizadora (paraliteratura), ya que las versiones no tenían intencionalidad. Perrault se empezó a hacer famoso y editó el libro “Les contes des fées” donde todos los cuentos acababan con moraleja, y escribió un libro de cuentos por el que se hizo famoso: “cuentos de mamá Oca”.

En esta época Madame Le Prince de Beaumon, recopiló y adaptó el cuento folclórico de “La Bella y la Bestia”. Pero en esta adaptación se le daba mucha más importancia a la decisión de la mujer. Aquí la chica es la que decide con quien se quiere casar, que no era lo normal.

·        Los hermanos Grimm: (Alemania, Primera mitad del siglo XIX)

Los hermanos Grimm, nacieron ambos en Hanau (Alemania). El mayor, Jakob Ludwig Karl, nació el 4 de Enero de 1785, y Wilhelm Karl, el 24 de febrero de 1786. Fueron sus padres, el abogado y secretario del ayuntamiento de Hanau, Phillip Wilhelm Grimm y Dorothea Zimmer.

Especializados en filología alemana, escribieron varias obras sobre el tema. Pertenecen a Jacob: “Gramática alemana” (1819-1837) e “Historia de la lengua alemana” (1848). Es aporte de Wilhelm: “El antiguo idioma alemán” (1851), siendo el “diccionario alemán”, su obra compartida.

Sus cuentos populares, recogidos de versiones orales como la de Pastora, una mujer que les relató varias de las historias, los llevaron a la fama y plasmaron por escrito, cambiando en ciertos aspectos los contenidos de la tradición popular. Las “Sagas alemanas” (1816-1818) y “Cuentos infantiles y del hogar” (1812-1822), fueron ampliadas en 1857, trascendiendo con el nombre de “Cuentos de hadas de los hermanos Grimm”. Allí se incluían cuentos como “Blancanieves y los siete enanitos”, “La Cenicienta”, “Hänsel y Gretel”, “Juan sin miedo”, “Caperucita Roja” o “El sastrecillo valiente”.

En el siglo XIX surge en Alemania un movimiento cultural, artístico, ideológico y político que se pone de moda en toda Europa: el Romanticismo. Una de las vertientes más grandes e importantes del Romanticismo es la política, que tenía una ideología liberal y revolucionaria. Todos los románticos eran muy nacionalistas, esto tiene que ver con los hermanos Grimm que viven esta época romántica en Alemania.

En esta época se vio la necesidad de que no se perdiera lo nacional, lo del propio país, por lo que se dedicaron a recopilar cuentos folclóricos alemanes para que ni se perdieran, ni se olvidaran, por lo que no eran autores. Hacen versiones que trataban de ser lo más fieles posibles, siempre sin intención moralizadora, es decir, no tienen moraleja.

Tenían un carácter o intención conservacionista, no eran románticos, sino que eran muy formales; por eso es de extrañar que destaquen en este movimiento artístico.

Recopilaron cuentos especialmente de amor y de destino (de muerte también, pero menos). Tenían un interés nacionalista, no moralizante como muchos anteriores (como Perrault). Simplemente se dedicaron a recogerlo, no los adaptaban, pero si era necesario mejoraban la redacción, o rellenaban algún hueco que quedara vacío, puesto que no los querían modificar, sólo pretendían que no se perdiera la tradición y la cultura.

La primera y la segunda edición de la recopilación de cuentos folclóricos de los Hermanos Grimm se agotaron. No eran cuentos infantiles ni estaban preparados para ello, por lo que llegaron cartas de padres quejándose a la editorial. La editorial insiste que no son cuentos infantiles, sino que son para personas adultas, pero la editorial le hizo cambiar las cosas que podían herir la sensibilidad de los niños o padres, es decir, temas de sexo, de violencia, etc., y les ofreció editar la tercera edición para que se vendiese aún más.

Al salir al mercado la 3ª edición, aparece con otro nombre: “Cuentos del niño y del hogar”. Se acerca más a los niños, pero todavía no de infantil, sino de unos ocho o nueve años, aproximadamente, puesto que los cambios fueron mínimos, ya que su objetivo seguía siendo el mismo.

Los hermanos Grimm hicieron muchas más ediciones, hasta llegar a cuatro o cinco volúmenes e iban añadiendo cuentos para que fueran más adecuados para los niños. Son los recopiladores más conocidos en Europa y los más estudiados. Disney cogió muchas de sus versiones y se extendieron a América, África…

No se puede saber exactamente donde nacieron las historias, porque algunos de los cuentos recopilados por ellos ya aparecieron con Perrault un siglo antes. Los hermanos Grimm recogieron las historias que les contaron en Alemania pero no se saben si son de allí, en realidad recogieron cuentos versionados en Alemania.

No obstante en Alemania además de los Hermanos Grimm surgieron otros autores de la literatura folclórica alemana como Hoffman con “Cuentos fantásticos” y una de sus obras más famosa que fue adaptada: “El cascanueces y el rey de los ratones”, con una intención artística, no moralizante como Perrault.

Ya, en la segunda mitad del siglo XIX, no interesa el Romanticismo, sino que está en aguje el Realismo, con temas como la muerte, y situaciones reales y crueles de la vida como la pobreza, con el fin de luchar contra las injusticias. Con el Realismo, surge Hans Christian Andersen, una persona muy curiosa y especial, la cual tuvo, por suerte, mucho éxito en su vida. Fue una persona muy reconocida tanto como escritor como adaptador de literatura folclórica del norte de Europa. En su producción encontramos dos tipos de texto, por un lado los de autor (escritos por él), y por otro lado encontramos adaptaciones de textos folclóricos.

Respecto a los primeros, sus protagonistas son niños que viven en la calle, como Oliver Twist, con familias muy pobres y una vida muy dura, que hacen lo que sean para vivir.

Uno de los cuentos más conocidos es ``La pequeña vendedora de fósforos´´ o ``La cerillera´´. Este cuento es un cuento realista, no folclórico, puesto que al igual que la mayoría de sus cuentos terminan de una forma trágica, puesto que representa la realidad del momento.

Las adaptaciones que él realiza, lo hace con un criterio propio, en función de sus gustos, de su estilo y nunca con criterios mercantiles. Destaca “La reina de las Nieves”.

En la mayoría de ellos, el protagonista se siente diferente a los demás, como un extraño que no encontraba su lugar, como “El soldadito de plomo”, “La sirenita”, o “El patito feo”. Este último es una historia autobiográfica, se siente diferente a los demás, y la sociedad no le acepta tal y como es. Con la sirenita ocurre lo mismo, es una sirena que no la gusta su vida y desea ser otra persona, y lucha por ello, terminando fatal la obra.

En España, en el siglo XIX, quien siguió con este tipo de literatura fue Cecilia Bohl de Faber, más conocida como Fernán Caballero, puesto que las mujeres escribían con un seudónimo masculino para que se las tomara más enserio. Fernán se dedicó a recoger poemas, canciones y cuentos que se contaban por aquella época para niños de unos ocho años.

Ya en el siglo XX, Saturnino Calleja da a conocer una gran cantidad de publicaciones infantiles. La casa se esfuerza al máximo para que sus cuentos lleguen a todos los niños; así los vende a un precio ínfimo: son los cuentecitos de Calleja, tan pequeños y tan condensados y tan variopintos. Surge, ya entonces, el dicho conocido de "Tienes más cuento que Calleja".

Carmen Bravo Villasante, recopiladora de estos cuentos, nos habla de ellos, "eran unos cuentos baratísimos, al alcance de todos los bolsillos infantiles que tuvieran 5 y 10 céntimos. Eran económicos, como nacidos por generación espontánea, y en su mayor parte, cuentos populares: "La historia de Juan Soldado", "Juana la Lista", "El sastrecillo valiente", "El viaje de Pulgarcito", "Los favoritos del Sultán" y "El collar de perlas". Coleccionábamos estos cuentecitos y los guardábamos en cajitas de metal rojo con dibujos, fabricadas ex profeso, para guardarlos".

La editorial Calleja también publicaba la colección Perla, más lujosa. Los cuentecitos de Calleja fueron la lectura de todos los niños que vivieron en las primeras décadas del siglo XX. Eran cuentos con letra pequeña, con algunas ilustraciones en blanco y negro y con un contenido divertido. Eran cuentos de lectura amena, rápida, y muy ocurrentes.

La revolución de Calleja en el campo de la edición para niños se puede resumir en tres puntos:

1. Libros preferentemente divertidos, lo cual es un gran avance porque se tenía la idea de que para formar era mejor reír que llorar.

2. Libros editados pensando en el joven lector. Se cuidan mucho las ilustraciones, por ejemplo.

3. Libros editados a precios populares.

Gracias a Calleja, los niños españoles conocieron a Andersen, a los hermanos Grimm, Los viajes de Gulliver, Las mil y una noches y toda una serie de versiones de autores españoles.

La mayoría de los autores de estos cuentecitos, siguiendo una de las constantes de la literatura española, son anónimos, puesto que simplemente ponía “Editorial Calleja”, pero sin el nombre del autor. Algunos son autores e ilustradores a la vez, como es el caso de Sánchez Tena. Conocemos, sin embargo, a otros artistas que trabajaron para la Editorial Calleja como son Picolino, Rafael Penagos, Federico Ribas Ferrer, José Zamora y Salvador Bartolozzi, de la colección Perla y de otros proyectos de indudable modernidad.

Más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo gran importancia el Padre Coloma. Era un sacerdote que pensó en educar a los niños a través de los cuentos de forma lúdica. Para ello, se dedicó a recopilar cuentos folclóricos y los adaptó para enseñar y moralizar a los niños de aquella época. Tenían un carácter religioso los personajes, y cambió el papel de los malos como brujas, u ogros, en Satán, en el demonio; mientras que los personajes buenos eran los ángeles.

Aparte de todo ello, puso moraleja en muchos de sus cuentos por si consideraba que no quedaba muy claro, una forma muy parecida a las parábolas de Jesús.

·        ¿Cómo elegir un buen libro de cuentos folclóricos?

Si lo que queremos es una versión lo primero que tenemos que hacer es mirar si pone a algún traductor. Este siempre tiene que ser fiel al texto. Si el texto estuviese adaptado por alguien debería haber un prólogo contando que criterios ha llevado a cabo para adaptarlo. Esta persona se responsabiliza de las ediciones. Si lo que buscamos es una adaptación de algún cuento folclórico miraremos que esa persona sea especializada en literatura infantil, que no tengan rimas, y que cambie su titulo, por ejemplo: “Ayudemos a Blancanieves”, “El lobito caperucito”, etc. Estos utilizan los personajes del cuento folclórico y cambian la historia.

Debemos descartar siempre las ediciones baratas que se venden en comercios que no tienen una selección especializada en literatura infantil, puesto que simplemente son resúmenes que cuentan el argumento, no tiene la misma magia que las versiones, es decir, no aportar nada ni al texto ni a las imágenes.

Debemos buscar versiones para adultos, ya que en su origen no fueron destinados a niños, sino a adultos, y a partir de ahí nosotros hacer la adaptación

·        ¿Dónde encontrar cuentos folclóricos?

Encontramos en una página de internet, un ligar en el que nos podemos descargar todos los cuentos folclóricos que queramos de Perrault , puesto que hay gran cantidad de ellos. Aquí les dejo el enlace por si lo quieren visitar http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/folclor/folclor.htm


·        Para el aula:

En el libro de los 101 mejores cuentos están seleccionados  y recopilados los mejores cuentos. No están versionados, ni adaptados, sino que simplemente están recopilados los cuentos folclóricos de todo el mundo. Es un material excelente para el aula, ya que hay cuentos de todo tipo.

Desde la publicación, hace casi treinta años, de la obra de Bruno Bettelheim Psicoanálisis de los cuentos de hadas no había aparecido ningún libro que nos enseñara tanto sobre los cuentos infantiles como el de “cuantos de hadas clásicos anotados”, en el que se recuperan las historias más queridas por los niños de hoy y de siempre a través de la selección de Maria Tatar, una de las mayores expertas mundiales en el campo de literatura popular e infantil. En este volumen, bellamente ilustrado, Tatar ha seleccionado veintiséis cuentos clásicos que son otros tantos modelos que ayudan a los niños a desenvolverse en el mundo real y contribuyen a desarrollar el ingenio y el coraje necesarios para sobrevivir en un mundo gobernado por adultos. 
Este libro pretende reivindicar un legado cultural de gran peso en las vidas de todos nosotros, guiando a los lectores a través de cada una de las historias, explorando sus orígenes históricos, sus complejidades culturales y sus efectos psicológicos. El nivel de los contenidos, los comentarios y el refinamiento de este volumen maravillosamente diseñado sorprenderá a quien crea que los cuentos de hadas son "solo para niños". Tal y como nos muestra Tatar, muchos de nosotros no somos conscientes de cuánto han influido los cuentos de hadas en nuestra cultura: son referentes constantes en nuestras vidas, desde que cuando éramos niños oímos contar esas historias hasta que, ya adultos, siguen presentes en el mundo que nos rodea en la ópera, el cine o la publicidad. Lo que los ha hecho sobrevivir durante siglos es, justamente, que recogen lo esencial y más fascinante de la vida: los deseos, los miedos, la pasión, el amor. Siempre cercanos a los recorridos vitales de cada uno de nosotros, los cuentos de hadas nos hablan de la búsqueda de la felicidad y de la riqueza, del poder y del privilegio y, cuando estamos perdidos en el bosque de la vida, nos muestran el camino de vuelta al calor y la seguridad del hogar. 

Las reproducciones a color de ilustraciones de diferentes períodos –más de 300, obra de la mano de algunos de los mejores ilustradores del género, como Arthur Rackham, Gustavo Doré, George Cruikshank o Maxfield Parrish- iluminan y realzan los comentarios de Tatar a cada uno de los cuentos. MARIA TATAR Los cuentos de hadas clásicos anotados En este libro se recuperan las historias más queridas por los niños de hoy y más añoradas por los que, en otro tiempo, también fueron niños. María Tatar, una de las mayores expertas mundiales en el campo de literatura popular e infantil, ha seleccionado y anotado aquí los veintiséis cuentos clásicos más representativos del género. El nivel de los contenidos, los comentarios y el refinamiento de este volumen maravillosamente diseñado sorprenderá a quien crea que los cuentos de hadas son "solo para niños". Con más de 300 ilustraciones a todos color de Arthur Rackham, Gustavo Doré, George Cruikshank o Maxfield Parrish y otros y un estudio preliminar que analiza la importancia histórica y literaria de los cuentos de hadas. “Tengo la esperanza de que una comprensión adecuada de las excelentes cualidades de los cuentos de hadas llevará a los padres y a los maestros a concederles de nuevo el papel central que, durante siglos, han ocupado en la vida del niño.” BRUNO BETTELHEIM.


·       Webgrafía:


La aventura de oír: Ana Pelegrín





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